Todo el mundo se esparce por la habitación y se les dice que miren al norte (puede ser una pared que se haya convenido). Todo el mundo, excepto el que hace de árbitro, cierra los ojos.
El árbitro dice una dirección, por ejemplo “este” y todo el mundo debe ponerse (con los ojos cerrados) mirando hacia el este (en función de la pared que se haya determinado como “norte”). El árbitro va andando entre los participantes e indica a los que no están mirando hacia la dirección correcta que están eliminados.
El juego sigue hasta que solo queda un jugador. Se pone mucho más interesante cuando empiezas a decir rumbos (noreste, suroeste, etc). Este es un buen juego puesto que solo influye tu sentido de la orientación, que va mejorando según juegas.